Comentario
Cuenta Publio Ovidio Nasón en sus "Metamorfosis" que, separados casualmente Dionisio y Sileno, Midas, rey de Frigia, rescató al sátiro de manos de unos labradores y, tras celebrar 10 días de fiesta, se lo restituyó al dios. Satisfecho éste con la acción del frigio, resolvió premiarle concediéndole lo que pidiera. "Que todo lo que toque se convierta en oro", fue su petición. Y así fue. Midas se sentía feliz, pero cuando el agua, el vino y el pan se convirtieron en oro también, cayó en su error. Arrepentido, pidió perdón a Dionisio que, compasivo, le dijo: "Lávate en el río que corre junto a la ciudad de Sardes". Y allí, milagrosamente, perdió su virtud transfiriéndola al río. Por eso se dice hoy todavía, que en las arenas del Pactolo es fácil encontrar hermosas pepitas de oro.
Miles de años después, cuando Rodney S. Young alcanzó el interior de la cámara del gran túmulo de Gordion y pudo instalar las luces precisas, él y sus acompañantes quedaron asombrados: muchos y bellos objetos en bronce, hierro, cuero, tejido, madera llenaban la cámara rodeando al rey difunto. Pero nada, absolutamente nada de oro había querido llevarse a su tumba aquel príncipe, precisamente el que yacía bajo el más importante de los túmulos de Gordion. Por fuerza, uno de los miembros del equipo comentó en voz alta lo que otros pensaban: "éste es el fruto de la lección de Dionisio".
No sabemos muy bien cuándo, pero no mucho después del incendio de Hattusa, tribus que acaso venían de Tracia aparecieron en la meseta de Anatolia. Las fuentes asirias les llamaron musku. Los griegos, frigios.
La primera mención escrita a los invasores frigios se remonta al reinado de Tukulti-apil-esarra I (1115-1077), un rey de Asiria que dejaría escrito: "En el año de mi accesión al trono, 20.000 musku con sus cinco reyes, que durante 50 años habían señoreado los países de Alzu y Purulunzu -tributarios del dios Assur, mi señor-, esos musku a quienes nunca rey alguno había resistido, llenos de confianza en su fuerza, bajaron y conquistaron el país de Kummuhu". Pero como luego informa la inscripción, los asirios exterminaron a los invasores. Mas, después de este breve relato, el silencio se cerró sobre los frigios batidos.
Puede que, como se colige del relato de Tukulti-apil-esarra, los frigios fueran al comienzo un pueblo de guerreros. No obstante, R. S. Young confirmaría que su penetración en el Gordion hitita fue pacífica, lenta y progresiva.
De lengua indoeuropea, los frigios constituyeron un reino de límites poco conocidos. Se sabe que al este limitaban con los reinos luvio-arameos, en especial con el de Tabal, pero el norte y el oeste nos son desconocidos. Y tenemos localizadas algunas de sus, ciudades sitas en Alaca, Pazarli, Bogazkoy, Sinope, Ankara, Malatya y, claro está, Gordion, donde a mediados del siglo IX fijarían la capital de su Imperio. Pero no sabemos mucho más. Eso sí, incluso en su silencio, es seguro que el reino frigio fue el Estado más fuerte de Anatolia durante los primeros siglos del I milenio.
Hasta la época de Tukulti-apil-esarra III (744-727), las fuentes asirias no volverán a ocuparse de aquel lejano reino. Poco después, Sargón II (721-705), tras alzarse victorioso en la pugna que por la herencia luvio-aramea había mantenido con Frigia y Urartu, dejaría recuerdo de su victoria sobre un rey Midas de los musku.
Estas son las referencias históricas. Interesantes sin duda, pero breves. Por eso las griegas, aunque legendarias, llegarían a tener fortuna. Según ellas, Gordion o Midas serían los nombres llevados sucesivamente por sus monarcas.
En opinión de R. S. Young, hacia el año 690 a. C., Gordion sería tomada al asalto por los cimerios, un desesperado pueblo de la estepa rusa en busca de patria. Y una vez más, el silencio se llevó la historia de los musku.